LA VIVENCIA DE LOS VALORES: UN DESAFÍO EN EL SIGLO XXI
La práctica de los valores se constituye en un reto del siglo XXI, donde la sociedad debe afrontar y asumir con responsabilidad y compromiso, si queremos trascender en la historia, sin perder nuestra identidad, dignidad y principios fundamentales que nos caracterizan como seres humanos, y los valores nos brindan el sentido y la razón de ser de nuestra existencia, ellos son, deben ser y tienen que ser nuestro horizonte dinamizador y fermento del quehacer de la humanidad en la historia.
Cada vez hablamos, conocemos y reflexionamos más sobre los valores y nos hemos quedado en aspectos meramente teóricos sin trascender realmente a los más importante como es su práctica y vivencia, viviendo de esta manera una doble moral donde: pensamos, sentimos, decimos y hacemos cosas diferentes, donde los antivalores los vemos como algo normal en nuestra vida cotidiana y los valores como anormal.
Frente a la vivencia de esta doble moral siempre buscamos argumentos para justificar nuestra manera de actuar frente a las diferentes situaciones de la vida, pensando en la forma de actuar de los demás, como si ellos fueran nuestro modelo de vida a seguir, como dice el texto bíblico: “¿Por qué miras la paja que tiene tu hermano en el ojo y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo” Lc. 6, 41; nuestros valores deben estar orientados y vividos de acuerdo con los principios y valores espirituales, que trascienden y engrandecen al ser humano.
Con esta breve reflexión quiero invitarlos a pensar y a cuestionarnos sobre: ¿cómo es nuestro actuar frente a la práctica y vivencia de los valores? ¿decimos una cosa y hacemos otra? ¿nuestro modelo de actuar en la vida está de acuerdo a los principios y valores cristianos? ¿estoy esperando que el otro cambie para yo cambiar? ¿la sociedad, el mundo como está, está muy bien y por lo tanto no hay nada que hacer para cambiar? ¿soy responsable de lo que está pasando en el mi entorno social?
Mario Alfonso León León
Docente del Área SER